Quizás una de las primeras imágenes que se le viene a la cabeza a todo el mundo cuando mencionan a las Geishas es la de mujeres jóvenes de rostros pálidos y labios pintados de rojo, con kimonos coloridos y que van caminando por las calles del distrito Gion. No están nada lejos de la realidad, pero la verdad es que hay muchísimo mas de lo que cualquiera se haya podido imaginar.
En japonés Geisha significa "persona de las artes", es decir, un experto en artes tradicionales como la danza, la música, el canto y la ceremonia del té.
Inicialmente los hombres eran Geishas y tenían una finalidad muy similar a los artistas ambulantes en la Europa Medieval, pero a través del tiempo las mujeres se hicieron cargo de esa actividad. Algunas probablemente hayan sido cortesanas, pero la mayoría no lo eran.
La tradición de las mujeres Geishas va de la mano con un estricto código de conducta y de jerarquía. La mayoría de ellas vivían en una casa llamada "okiya", que era propiedad de una mujer que también era Geisha. Estas casas preparaban jóvenes o criadas para este oficio únicamente En la mayoría de casos las niñas eran vendidas a okiyas, y eran de propiedad de la casa hasta que la niña pagaba su precio de compra.
Las Geishas eran entrenadas en escuelas locales y tenían profesores especializados en cada área de formación; shamisen (instrumento musical como un bajo y guitarra), danza, flauta, tambor y ceremonia del té. También era imprescindible que sepan el arte de entretener en las fiestas, bailar, reír conversar ingeniosamente, cantar y hasta la forma de servir el sake.
Una visión popular de la geisha es que eran prostitutas. Algunas prostitutas se hacían pasar por geishas para atraer a los hombres , pero una geisha verdadera rara vez tiene relaciones sexuales con sus clientes.
Las prostitutas se vestían en kimonos, con exceso de maquillaje y de adornos en el peinado, por lo que obligaban a las geishas a moderar su vestuario y maquillaje para poder diferenciarlas de las prostitutas.
Ante todo, las geishas eran artistas formadas en escuelas especiales. La presencia de una geisha se consideraba esencial para el éxito de una fiesta privada. Les daban un estatus e imagen de poder y riqueza al anfitrión.
Una geisha también podía tener un danna (patrón personal), y en esta relación podían tener encuentros sexuales, pero solo fuera del entorno del trabajo de las geishas. El danna era generalmente un hombre muy rico que podía darse el lujo de pagar por todos los gastos de las geishas para la escuela, clases, recitales e incluso ropa. Con un dannarico, una geisha podía darse el lujo de romper con una okiya (casa donde era criada) y vivir de forma independiente.
En 1779, las geishas fueron reconocidas como artistas, y se adoptó el sistema "Kenban" (sistema de supervisión de las geishas de la zona) el cual restringió su número por debajo de 100 artistas, protegiendo a las geishas de caer en la prostitución. El Kenban aún permanece vigente funcionando como una especie de sindicato de las geishas.
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